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Carta abierta a Duvalier Sanchez

Cali, noviembre 3 de 2013.

 

CARTA ABIERTA A DUVALIER SANCHEZ

 

¿Políticos jóvenes o jóvenes políticos?

 

Apreciado Duvalier:

 

 

Conocedor del interés de los jóvenes con los que está interactuando en varios colectivos de la ciudad y la región, para buscar los espacios que les permitan ser protagonistas de la política colombiana, especialmente de cara al próximo debate electoral que se avecina en Colombia, pienso en  el significado y el alcance del accionar político en la sociedad local y global que vive y construye el siglo XXI y sugiero algunas reflexiones sobre el tema:

 

Es necesario de una vez por todas, dejar el fariseísmo y el negacionismo con el que muchos aspirantes llegan a la política electoral.  Esto es, no pueden los candidatos interesados y no podemos los ciudadanos convocados, aceptar como normal que se haga política a partir de no reconocerla. El imperativo esencial para hacer política es valorarla, reconocerla y aceptarla y a partir de esta premisa, cuestionar sus modos y sus estilos, sin pretender que ella (la política) requiere ángeles que la salven de su postración, pues no solo es impresentable esta postura, sino que envenena la comprensión colectiva de lo que significa hacer política en la sociedad humana.

 

Dicho esto, es necesario entonces reconocer en el ejercicio político el más importante de los oficios humanos para la convivencia en paz y en progreso colectivo. Quien decide dedicarse al oficio político, debe cuestionarse si está dispuesto a asumir el rol de negociador y conciliador de los más disímiles y complejos intereses humanos en conflicto. Pues no es otro su papel (el del político), que el de posibilitar por vía de estos dos métodos (la negociación y la conciliación), que la sociedad reconozca y resuelva  los conflictos de todo orden provocados por los múltiples intereses de los grupos sociales que participan de la vida colectiva. El político ni es un predicador que aglutina a su grey, ni es un artista que le gusta a sus fans, ni es un militar que impone el orden con las armas, ni es un comerciante que compra y vende al mejor postor los intereses colectivos que dice representar, ni es un embajador de grupos de interés cerrado, ni es un dicharachero del discurso, ni es un mago que lo tiene todo resuelto, ni menos un afortunado al que se le aparece la virgen con el acceso al ejercicio de lo público.

 

En mi opinión tres son los desafíos filosóficos que debe abordar el ejercicio de la política en la sociedad actual:

 

1-La sociedad humana está conformada por seres sentipensantes, que tienen individualmente  en esencia los mismos derechos a acceder a los partidores del desarrollo vital, dándole cuerpo así al desarrollo social. Estos partidores son a mi juicio,  el derecho a la nutrición, a la  salud y a la educación básicas, con especial énfasis en las madres gestantes, en las madres lactantes,  en los niños desde bebés pasando por su  primera infancia y hasta que llegan  a la primera juventud y en los ancianos. De seguro que si hacemos de estos partidores, la prioridad de la inversión de los recursos públicos, estaremos invirtiendo en los cimientos que sostendrán e impulsarán la futura construcción de localidades, regiones y país. Ni las obras faraónicas de infraestructura, ni el populismo social y económico, reemplazan coherentemente la inversión en las personas que serán después los ciudadanos que dibujarán el mapa de la sociedad en la que viven. Además, atender a las madres y a los niños es invertir no para reparar sino para prevenir y para  acumular talento humano reconociéndolo como el más importante de los capitales que requiere la sociedad. Invertir en cuidar y atender a los ancianos, se constituye en un mensaje ético fundamental relacionado con las nociones de gratitud y solidaridad que deben  ser parte del tejido que confecciona la sociedad humana. Al respecto es saludable retomar propuestas de acción política y educativa como las de Paulo Freire (Aprender a pensar, no a la educación bancaria, educación liberadora) y de Manfred Max Neef ( Las necesidades humanas son las de ser, tener, hacer y estar. Lo demás son los satisfactores de estas necesidades comunes a la especie).

 

Así las cosas, no se trata de desconocer las múltiples demandas que la sociedad pone sobre la mesa a los políticos. Se trata de asumir con criterio fundamentado (estudiado, contrastado, validado), cuál o cuáles son aquellas a las que se compromete el político en su accionar público. Tampoco se trata de solo incidir en las agendas que llamo “partidores del desarrollo vital y social”. Se trata de no descuidarlas, de no sacrificarlas a cambio de “inversiones” o “programas” que se enfocan en el corto plazo y/o que simplemente descartan la inversión en las  agendas de los partidores, por falta de comprensión sobre el impacto generacional que tienen en la sociedad presente y en la sociedad futura. En todo caso, puestas las cosas en blanco y negro,  ante las opciones de cuidar a las mujeres de las condiciones ya dichas, a los niños y a los ancianos; o construir puentes y vías urbanas y ofrecer subsidios temporales en dinero, por ejemplo, no debe haber lugar a dudas. Lo primero es lo primero. En puntos como éste, se concreta la

arecer subsidios temporales en dinero, ugar a dudas. Lo primero es lo primero. En puntos como jeres de las condiciones ya dichaÉtica del accionar político.

 

2-La sociedad humana se forma y vive en una realidad espacio-temporal que debe entenderse y asumirse. Es decir, no es posible resolver los desafíos presentes, forzando su tratamiento con fórmulas, modelos o visiones pretéritas, simplemente porque en su tiempo funcionaron. Decir esto tampoco significa que hay que apostarle al descarte de todo modelo, de toda experiencia pasada. Significa sí, que es deber del agente político estudiar con seriedad y retomar de lo aprendido, aquello que es susceptible de adaptación y uso y descartar o mejorar aquello que ahora simplemente no es funcional o pertinente. Se trata de comprender que la sociedad humana no es inamovible, no es estática. Que es dinámica. Que no hay modelos perennes, ni ideas absolutas en el tiempo humano. Que somos mortales a nivel individual y que somos cambiantes a nivel colectivo. Esta comprensión nos otorga un poco de humildad ante la vida misma y nos aparta de la arrogancia torpe de quien se cree además de inmortal, dueño y señor de las verdades colectivas. La cuestión es entonces que se requiere con urgencia más filosofía (ejercicio de pensar) en los políticos y menos vulgaridad (enanismo)  en las ideas, en las propuestas que se promueven ante la colectividad.

 

En esta perspectiva se requiere de los agentes políticos más jóvenes, un alto grado de autonomización ideológica y de eclecticismo conceptual y programático. Es importante que los líderes políticos jóvenes estudien y comprendan que la sociedad humana del siglo XXI no es y no se corresponde con la sociedad de los siglos pasados. Que aunque en nuestros países no se haya dado el tránsito lineal de las   economías y sociedades campesinas, hacia las industriales de masas para llegar a las de la sociedad del conocimiento, hoy somos parte, por el fenómeno de la globalización, de las realidades humanas de esta nueva tipología social. Que por tanto, es deber del agente político asumir que la economía cambió y que aunque el consumo es masivo, la producción no necesariamente lo es. Que de igual forma, la educación masiva, uniforme, estandarizada en viejos modelos pedagógicos infuncionales ya no va. Que se requiere una educación más circular, más problematizadora, más desarrolladora del pensamiento complejo del que habla Morin, más enriquecida con el reconocimiento de múltiples inteligencias humanas, como lo explica De Bono. Consecuencia de lo anterior, hay que perderle el miedo a discutir la validez y la pertinencia de los partidos políticos tal como están diseñados y estructurados desde hace 200 años. Menos masificación. Menos jefes y caudillos. Menos doctrinas de iglesia ideológica.

 

En la sociedad humana actual, ya no se requieren tanto las estructuras pétreas y verticales, como sí,  los movimientos y las redes provenientes y dinamizadoras de nuevos procesos sociales históricos. Así como los lectores, los escuchas y los televidentes, ya no están dispuestos a seguir recibiendo la línea de la información solo desde arriba y desde los púlpitos del poder mediático, también los ciudadanos cada vez más y mejor informados, tampoco están dispuestos a tolerar discursos manipuladores sobre su propia realidad. Necesitamos un nuevo agente político. Un líder menos detentador de poder y más propulsor de poder a las comunidades y a los más diversos sectores sociales.

 

3-La vida humana no es la vida misma. Es apenas parte de ella. Esta noción desarrollada en una nueva ética de las relaciones intraespecie y extraespecie, catapulta un nuevo agente político, más respetuoso de la mortalidad de la especie y por tanto más respetuoso de la perennidad de la vida como totalidad. En este punto los políticos tienen un peso enorme ante los desafíos del devenir de la especie a nivel local y a nivel global. Es desde esta nueva cosmovisión que la transdisciplinariedad de la que habla Max Neef, se pone a la orden del día. No se pueden seguir tomando decisiones con la única visión de una única ventana abierta para mirar y valorar la realidad. En consecuencia, decisiones meramente económicas pueden ser desastrosas para el medio ambiente natural y social. Ejemplo de este planteamiento son las estrategias productivas extractivas de recursos naturales. Son las fórmulas financieras de endeudamiento de personas, empresas  y países. Son las prioridades tecnológicas de la guerra, soportadas en una economía de la destrucción.

 

Así las cosas, se requieren agentes políticos preparados y sensibles para abordar nuevos enfoques, sin puritanismos, sin evangelizaciones ideológicas naturalistas, pero sí, con apertura mental y espiritual hacia otras miradas, otros abordajes, otras relaciones, otros ritmos en el espacio tiempo de la vida humana. Filósofos como Estanislao Zuleta con su “Elogio de la Dificultad”, literatos como Ernesto Sábato con su testamento literario “Resistencia”, como José Saramago con su “Ensayo sobre la Ceguera”, políticos y académicos como Stephane Hessel con su proclama “!Indignaos¡”, como   Arcadi Oliveres con su ensayo “Otra Economía es Posible” examinando la sociedad contemporánea y periodistas como Ignacio Ramonet con su denuncia “La Catástrofe Perfecta”, son entre muchos,  algunos de los referentes en los que tienen obligación de nutrir sus ideas los nuevos agentes políticos. Este es ahora el camino que necesariamente debemos comenzar a recorrer. No hacerlo, no contar con políticos inspirados e inspiradores de estas otras concepciones, cosmovisiones y nociones, tendrá como resultante el desastre para la vida colectiva, no allá afuera a kilómetros de distancia, sino aquí a centímetros de nuestra cara. Absurdos  como no respetar el agua y el aire, por citar solo dos casos relevantes de decisiones estratégicas para la humanidad y  seguir “liderados” por políticos vetustos que no alcanzan a ver y a medir  las implicaciones  de sus propuestas, de sus defensas, de sus miopías, de sus inacciones, de sus intereses mezquinos, es lo que no podemos tolerar más. Con urgencia la sociedad humana contemporánea pide a gritos otros liderazgos, nuevos actores, propuestas innovadoras, actuaciones provocadoras de cambios sistémicos, de reenfoques de la realidad. Este es pues, a mi manera de ver, el escenario que está puesto para recibir a los nuevos agentes políticos jóvenes que piden pista para enrumbar la ciudad, la región y el país a un nivel más digno de la esencia del ser humano y de la pertenencia a este bello misterio que es la vida misma en la tierra.

 

Cuente usted y sus jóvenes colegas del nuevo protagonismo político local, regional y nacional con mi apoyo en las búsquedas que los animan y en los compromisos que están decididos a asumir.

 

Con sentimientos de consideración y aprecio,

 

 

José Alberto Tejada E.

 

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