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Culmina la primera misión de la ONU en el proceso de paz

El 27 de septiembre empezará la tarea de verificación

La misión especial en Colombia termina hoy el trabajo de extracción de caletas entregadas por las Farc, superando así el primer escalón de la implementación de la paz.

Hoy termina oficialmente la primera misión especial de Naciones Unidas en Colombia. Así quedó acordado entre el Gobierno y las Farc el pasado 29 de mayo, cuando las partes definieron que los delegados internacionales y los representantes de guerrilla y Gobierno dedicarían el mes de agosto a extraer las caletas restantes. Y el plazo se cumplió. El balance, según la ONU, es positivo: de las 957 caletas sobre las que la insurgencia ofreció información, 630 fueron extraídas, por lo que a partir de hoy “las 337 caletas faltantes quedarán a disposición del Gobierno Nacional”, informó la ONU.

Esto quiere decir que, tal y como quedó plasmado en el acuerdo de mayo, la Fuerza Pública y las Farc tendrán que trabajar juntas para extraer el material bélico y destruirlo. Así se marca el final de la primera misión especial de las Naciones Unidas para el proceso de paz de Colombia. El riesgo, como es obvio, es que a las regiones donde se encuentran ubicadas han ido llegando diferentes actores armados que buscan capturar las armas y el material explosivo.

La misión comenzó a ejercer sus funciones el 27 de septiembre de 2016, con dos objetivos precisos: verificar el cese bilateral del fuego y hostilidades, y acompañar el proceso de dejación de armas de la insurgencia. Los dos asuntos se cumplieron sin mayores sobresaltos. En cuanto al primero, no se registraron faltas graves a los protocolos acordados y los 37 casos que la misión identificó fueron irrelevantes o con incumplimientos leves. En cuanto a la dejación de armas, que culminó el 27 de junio en un acto protocolario en Mesetas (Meta), la ONU puntualizó que se habían recibido 8.112 armas y destruido 1’300.000 cartuchos de distintos calibres. Los datos quedarán enmarcados en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas como el proceso de paz más novedoso de la historia de los conflictos del mundo, pues nunca antes un grupo rebelde había entregado más armas que combatientes.

Y aunque la segunda misión de la ONU fue aprobada el 3 de julio, entrará a funcionar oficialmente el 27 de septiembre. Los días entre mañana y la fecha de inicio estarán dedicados a desplegar los observadores civiles internacionales y ajustar la logística necesaria para el proceso que empieza. Los dos objetivos de esta nueva misión son: acompañar el proceso de reintegración de los excombatientes de las Farc y verificar que existan las garantías de seguridad para las poblaciones más afectadas por el conflicto, es decir, aquellas de donde las Farc salieron dejando un vacío de poder que históricamente no ha podido ocupar el Estado colombiano. Estos dos elementos a verificar han cambiado asuntos vitales de los equipos de la ONU en Colombia, pues el personal militar que tenía el conocimiento técnico para vigilar el cese bilateral ya no es necesario. Pero además se necesita una reorganización de los equipos de observadores, que antes se concentraban en las 26 zonas veredales y que ahora se distribuirán por antiguas zonas de control de la guerrilla.

La nueva misión tendrá un plazo de 12 meses para acompañar la implementación del acuerdo y sus labores podrán prorrogarse por tres años, a petición del Gobierno colombiano. Sin embargo, la culminación de la primera misión se convierte en un reto para el Estado, y en especial para la Fuerza Pública, que tendrá que hacer un esfuerzo adicional para que el armamento escondido por la guerrilla no termine en manos de los diversos actores armados que se disputan el control del territorio, donde por más de medio siglo las Farc hicieron las veces de Estado.

Fuente: El Espectador