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Salud emocional

Por qué –o para qué- nacemos. Qué hacemos los hombres y mujeres en este «acabadero de ropa». Como a razón de qué, tenemos que aguantar dificultades y problemas, sin muchas posibilidades de pataleo? Cuál es el sentido de vivir? No es, definitivamente, ni estudiar, ni trabajar, ni hacer plata, ni tener familia, ni ayudar a los demás. Cuál es, por Dios, la razón de estar vivos? No sería mas fácil acabar con todo y listo, fin al sufrimiento? Por muy elemental que parezca es claro que nuestro objetivo en la vida, el sentido de la existencia o en palabras mas sencillas, el por qué de nacer, de estar vivos, es tan sólo (casi nada!) la obligación, el objetivo de crecer espiritualmente. Para eso nacimos! Para aumentar nuestra consciencia, para que ese eco interior sea cada vez mas produndo, para no quedarnos pegados tan sólo de lo concreto y material que invade nuestro mundo.

Intentemos hablarlo mas clarito. O como diría alguien digamos «eso como se come». Los seres humanos nacemos con un sentido de infinito. Infinito significa que llegamos a esta vida provistos de una necesidad de conección con algo que va mas allá de lo concreto y lo humano. Desde que nacimos venimos con ese anhelo de conección. Como si nuestra esencia fuera estar conectados con algo mas allá. «Nos mandan» a vivir para ponernos a prueba, para ver si mientras vivimos, seguimos buscando la conección, o dicho de otra manera, para ver si mientras vivimos no perdemos el sentido y objetivo de buscar unirnos otra vez con la esencia que nos alimenta es decir, con el infinito. Por eso estamos condenados a no estar satisfechos con nada de lo que nos rodea. Es posible que en muchos momentos existan situaciones, personas o circunstancias que nos satisfagan pero un instante después, anhelamos mas. No es cierto que la insatisfacción obedezca tan solo a «neurosis interior» o a problemas de personalidad como podría explicar, por ejemplo, la teoría psicoanalítica. El sentido de infinito –de siempre estar deseando mas- obedece a la condición humana, a nuestra conección inicial. Y a ella debemos regresar. Es casi el por qué de la existencia. O sea que la vida es algo así como una prueba para una reconección con lo infinito.O con la totalidad, o con el espíritu, o con la esencia, o con Dios. Como quiera llamarlo.

Lo sorprendente es que todas, absolutamente todas las religiones, todas las culturas, todas las creencias, a través de todos los tiempos han planteado lo mismo. Todas! Sólo que en Occidente, no le quisimos parar muchas bolas a aquello que escapa a la razón y no se pudiera probar. Creímos que el pensamiento y la mente le podrían dar sentido a la condición humana. Pero, claro, no es cierto, nos quedó faltando… Intentamos con el sexo, con la tecnología, con el dinero, con la fama, con el poder, con el conocimiento y nada, por ningún lado de esos se da la plenitud. Hoy, la necesidad de infinito que no logramos colmarla de ninguna manera, nos «obliga» a mirar mas allá de lo concreto, mas allá de la razón, mas allá del pensamiento, mas allá de lo inmediato. Nuestra necesidad de infinito sigue latente. Y lo único entonces que permite que el día a día tenga sentido es intentar la reconección con la trascendencia, con ir mas allá de lo material y concreto. Caminos para llegar a ello? Varios. Hay que buscarlos…