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«Memoria Histórica de CECAN». Primera entrega.

Metodología: Entrevista escrita con cuestionario envíado por los interesados en el proceso de la organización, nacida en el año 1972 en Cali Colombia.
Esta primera entrevista se hace a partir del interés de un grupo de egresados del colegio Emanuel D’ Alzón en Bogotá, perteneciente a la Comunidad de padres Asuncionistas, institución a la que llegó el padre Daniel Gillard cuando aterrizó en Colombia.

ENTREVISTA AL SEÑOR JOSE ALBERTO TEJADA

Presidente de la CORPORACION CIVICA DANIEL  GILLARD CECAN

  1. José Alberto, cuéntenos cuándo fue ese primer encuentro, cómo y en qué circunstancias de tiempo y cotidianidad conoció usted al Padre DANIEL, tenía ya referencias de él, antes de conocerlo?

R/ Fui formado por Salesianos en Cali y estuve en el Seminario Franciscano dos años de mi bachillerato. Cuando egresé del colegio, pronto me vinculé con grupos de Comunidades Eclesiales de Base y con grupos de Cristianos por el Socialismo. En los años 70 y 80 del siglo pasado estuve vinculado al movimiento sindical y estudiantil colombiano. Esto me llevó a integrarme con el Comité de Solidaridad con  Presos Políticos (CSPP), en tanto que muchos de nuestros conocidos y amigos de la época, con frecuencia eran detenidos e incluso asesinados.

En ese contexto, en Cali nos reuníamos como CSPP en varias parroquias de la ciudad, dirigentes de todos los sectores y religiosos y monjas de varias órdenes y de hecho, Daniel era uno de los líderes religiosos que hacía parte de estas citas.

Así que lo conocí en ese tránsito, sin haber tenido contacto personal directo, más allá del que se vivía en el marco de reuniones masivas llenas de denuncias y solicitudes de apoyo para quienes sufrían de una u otra forma la persecución del régimen.

A la postre fui detenido y  despedido en 1980 de la empresa en la que era dirigente sindical  nacional y aunque mantuve el vínculo con muchos colegas de la época, me dediqué a asesorías contables (Contaduría Pública es mi formación de base) de sindicatos y cooperativas y fundé con otros amigos una fundación para continuar el trabajo popular y campesino.

Estando en ese proceso, en abril de 1984, incapacitado por paperas, un amigo que asesoraba a Daniel, me visitó y me dijo que le había hablado al padre de mí, porque él estaba necesitando alguien que le ayudara a organizar la casa por dentro – Daniel era de poca oficina-. Le contesté que si cuando superara mi incapacidad, todavía era útil pues que hablábamos. Así fue como en el mes de junio comencé a trabajar con Daniel como su “dóctor contable”, -así me llamaba él- y a colaborarle en un proyecto que desde el principio me interesó, pues encontré en éste, el espacio de actuación y sueños que había perdido al ser despedido del gremio bancario en el que tenía un importante liderazgo nacional.

  1. ¿Qué es la Corporación Cívica DANIEL GILLARD CECAN?, ¿cómo fue que ésta se estableció, y en qué circunstancias usted llegó a la presidencia de esta loable obra?

R/ Daniel fundó la organización como JUNTA CIVICA PASTORAL y CECAN  (Centro de Capacitación Antonio Nariño) por el nombre del barrio, era la obra educativa que impulsó. La fundó con habitantes del barrio y con algunos asesores de la arquidiócesis y con personas voluntarias amigas que le ayudaban.

Los primeros años entre 1972 y 1980, el trabajo de Daniel fue pastoral y comunitario. En 1975 fundó la organización. En 1980 inició obras para el centro de capacitación. Abrió las puertas a estudiantes en julio de 1982 con cursos muy básicos. En 1984 llegué a colaborarle en plena construcción del edificio, en el que ya había estudiantes. En 1984 Daniel decidió viajar a Europa en 1985 a tomar un respiro, una especie de sabático y regresar después a trabajar con indígenas Sibundoy en el Putumayo, a quienes ya conocía y había frecuentado. Su expectativa era la de mantener una especie de tutoría con CECAN pero ya no estar más al frente de la obra. Lamentablemente nunca pudo viajar a Europa a hacer su sabático, porque él esperaba viajar en julio de 1985 y lo balearon en abril del mismo año.

Ante su expectativa de viaje, Daniel  comenzó a buscar a quien dejar como Director y le ofreció el encargo al exsacerdote español Joaquín Girald, a quien con los años tuve oportunidad de conocer en Barcelona, España. El había trabajado con Daniel en Colombia, siendo parte de la corriente Sacerdotes para América Latina- SAL- y del entorno de la Teología de la Liberación, pero cuando Daniel lo buscó, ya estaba casado, ya tenía dos hijas y no quiso regresar.

Entiendo que fue en ese momento en el que Daniel pensó en mí, a la postre era su plan B. El ya conocía mi trabajo, por ejemplo,  cuando nos reuníamos a darle informes, siempre me preguntaba, “¿dóctor contable, usted cómo hace para darse cuenta de tantas cosas, si solo viene tres tardes a la semana y me dice cosas que me sorprenden?”. Yo le contestaba: “Padre, a mí los papeles me hablan”. Estas circunstancias y mi trayectoria anterior, pienso que lo convencieron que podría hacer la labor que esperaba y entonces, me propuso a través de Nohemy Arévalo, quien era su asistente, el encargo, que yo acepté. En pleno diciembre de 1984, él me agradeció haberlo aceptado y me puso como tarea iniciar en  enero de 1985, una especie de entrenamiento y empalme. Yo ya trabajaba de forma permanente con la obra y regularmente trabajábamos dos o tres noches por semana, en las que como se dice coloquialmente, me daba cartilla-línea- de lo que era su sueño. Mi cercanía con el padre se hizo más intensa, porque era además de fraternal, pedagógica e ideológica. Fue en ese contexto, en el que tuve la confianza que ya tenían muchos de sus colaboradores cercanos, para tratarlo simplemente de “Daniel”.

Estando en ese proceso, al padre lo baleó el ejército el 10 de abril de 1985, quedando en estado de coma o en todo caso, de impedimento cerebral, recluído en el Seguro Social de la ciudad. En la práctica el 11 de abril de 1985, tomé el mando de la entidad, con la primera decisión que fue la de no entregar la chequera a funcionarios que la mandaron a pedir a la secretaria, porque Daniel le pagaba a la gente los 10, los 20 y los 1 de cada mes y, como era 11, reclamaban el pago. No entregué la chequera, no pagué  a la gente y comenzó un proceso que no fue fácil, pues aunque internamente ya la gente vinculada a CECAN sabía que yo era quien iba a quedar al frente cuando Daniel viajara, nunca se esperó que fuera así,  tan abruptamente como se dieron las cosas y además, los naturales celos, resistencias y zancadillas afloraron, pues era yo apenas un joven de 27 años tomando el mando sin más respaldo que mi propia historia y  el nombre y voluntad del padre Daniel. Un día de mayo de 1985, visité a Daniel en la clínica como lo hacíamos frecuentemente los más cercanos y lo encontré solo. Siempre tuvimos la sospecha que Daniel escuchaba porque cuando se le daba la orden de pasar una pelota de caucho de una mano a otra, él hacía el esfuerzo y movía los ojos de la misma forma que lo hacía cuando estaba enojado o azarado. Lo mismo ocurría cuando se le afeitaba. El hacía ciertos movimientos que parecían indicar que tenía algún tipo de conciencia. En esas circunstancias y viéndome solo con él, le tomé la mano y le dije: “ padre, si un día teniendo su edad, me sucediera algo como lo que usted ha sufrido, quisiera que alguien me dijera que me puedo ir tranquilo, porque mi obra no se acabará. Padre, le prometo que en mis manos su obra continuará y haré todo lo que esté en mis posibilidades, para honrar su voluntad”. Es así entonces, como me quedé al frente de la obra, y comencé a enfrentar hostigamientos fuertes de la curia y de algunos sacerdotes cercanos a Daniel que no estaban de acuerdo con mi presencia, pues les parecía que estaba muy recién llegado y que además me faltaba experiencia y respaldo. Cuando la situación llegó a extrema tensión con la parroquia del barrio y con estas personas que no aceptaban mi papel, convoqué a una reunión de las directivas de la Junta Cívica Pastoral y les comenté que creía necesario una reforma de estatutos, incluyendo el nombre de la entidad y mi nombramiento en propiedad, pues tal como aparecía, la curia promovía su titularidad y con la palabra “pastoral” en el nombre, más se envalentonaba en su discurso. Así es como su nuevo nombre hasta hoy es: Corporación Cívica Daniel Gillard y le agregamos la sigla CECAN, porque así era como nos conocían. Además,  ya que   mi papel no estaba refrendado legalmente por presiones de algunas personas que por ser amigas de Daniel se creían con más derechos y méritos, solicitaba que se definiera mi nombramiento oficial y legal, el cual se dió oficialmente en agosto de 1987,  casi dos años después de la muerte del padre. Así es como inicialmente fui nombrado Director Ejecutivo y luego Presidente, pasando Gloria López a ejercer la Dirección Ejecutiva de la obra.

  1. Si se pudiera enmarcar la vida y obra del Padre DANIEL, en tres palabras, ¿cuáles citaría y por qué?

R/ Corazón. Autenticidad. Audacia.

Corazón porque Daniel todo lo calculaba con los latidos de su corazón. Este órgano era su mando interno y fluía en todas sus actuaciones la sangre de su compromiso.

Autenticidad, porque no era fariseo. No necesitaba quedar bien con nadie. Era frentero con el poder y con quien lo quisiera torpedear, incluídos algunos de sus hermanos en la orden y la propia jerarquía eclesiástica.

Audacia, porque parecía un águila volando entre sus sueños y a fe que los lograba. Por eso su frase que es nuestro slogan: “Donde hay voluntad, siempre hay un camino”.

  1. En la cotidianidad de su trabajo pastoral cómo era el Padre DANIEL, ¿cómo administraba las obras, cómo arrancaba un proyecto nuevo, cómo lograba tanta sinergia entre sus cercanos?

R/ En el año que tuve contacto directo con el padre, puedo afirmar que Daniel era un creador, un inspirador, no era un administrador. De hecho no le gustaba estar en la oficina. Estarse quieto y en reuniones y trámites formales, parece que le exasperaba. Estar en contacto con la gente, acompañando sus iniciativas y estar en contacto social con tantos amigos con quienes compartía, era su prioridad. Se comportaba como el líder pastoral que era bien recibido donde llegaba, porque tenía el encanto de los buenos conversadores, de su amplia cultura, de su don de gentes y hay que reconocerlo, también le ayudaba ser europeo y tener un acento inconfundible que de alguna forma lo distinguía y estimulaba el acercamiento que algunas personas tenían con él. Es lo que aquí llamamos el snobismo de prestigio que frecuentemente se hace sentir en nuestro ambiente.

De otra parte, tenía el padre una enorme capacidad convocante y esta facultad en mi opinión era su punto fuerte y su punto débil. Fuerte porque con enorme facilidad convencía a propios y a extraños para que le ayudaran en sus proyectos y sueños. Débil porque, unida a su audacia, lo hacía incontrolable para el establecimiento de poder político y social. Nos consta que podía almorzar en el Club Colombia con personajes de la élite y en la noche ofrecer en la misa en el barrio periférico donde ejercía su acción pastoral, discursos durísimos frente a la injusticia institucional.

  1. ¿De tantas obras de carne y hueso que desarrolló cúal fue la más ardua, cuál de ellas le sacó canas como decimos coloquialmente y por qué razón?

R/ Creo que definitivamente la Junta Cívica Pastoral y CECAN. La negociación política para la obtención del lote en el que construyó el centro de capacitación, la búsqueda de recursos económicos para iniciar y mantener la obra, la consecución y seguimiento del personal experto para llevarla a cabo, la reunión de miembros de la comunidad para hacer mingas frecuentes aportando mano de obra en la construcción, la presión de la jerarquía eclesiástica para que registrara formalmente la obra como de la curia y su tenaz negativa a ello, entre muchos otros factores, creo que lo desgastaron y en el fondo, motivaron que pensara en direccionar sus esfuerzos pastorales y de liderazgo hacia los indígenas.

  1. ¿Recuerda usted alguna anécdota que tuvo con el Padre Daniel, cúal rescataría?

R/ Recuerdo dos. La primera en una reunión en la que le demostré que algunos docentes que trabajaban por horas,   le estaban cobrando 400 horas de clase mensuales, mientras lo máximo que se laboraba en el mes, trabajando tiempo completo,  rondaba las 200 horas. En esa ocasión fue que me preguntó: ¿dóctor cómo hace para darse cuenta de estas cosas, si usted viene tres tardes a la semana y no está en contacto directo todo el tiempo con el funcionamiento del centro? Yo le contesté: padre los papeles me hablan, haciendo alusión a que mi formación como contador y auditor, me permitía encontrar este tipo de hechos, haciendo trazabilidad a los documentos.

La otra, fue en la semana santa previa al atentado del que fue víctima. Nos invitó a almorzar a un grupo de sus colaboradores y amigos más cercanos y estaba mi esposa embarazada de mi último hijo, que a propósito se llama Daniel en su memoria y estaba Gloria quien era su secretaria, también embarazada. Ambas  tenían 3 meses de embarazo y él emocionado hacía mención a los nuevos miembros de CECAN que venían en camino. Al final nacieron la niña de Gloria el 25 de octubre, un día antes de la muerte del padre y mi hijo, el 01 de noviembre, 5 días después del fallecimiento del padre el 26 de octubre de 1985. En la misma ocasión, jueves sacerdotal, 6 días antes del fatídico atentado, estuvo con nosotros, todo el tiempo, poniendo cuidado como si fuera un buho, Manuel Reyes,  el hombre que después confirmamos que estaba vinculado a inteligencia del ejército y que se hizo nombrar por el propio Daniel como sacristán    de la iglesia que el padre estaba construyendo en el barrio El Vergel, muy cerca de CECAN y que estoy seguro, fue el autor intelectual de la trampa de volquetadas de grava, con la que obligaron a Daniel a devolverse por el mismo camino por el que entró, cuando lo fue a llevar a la iglesia esa  noche del 10 de abril de 1985.

  1. Lo vió alguna vez enojado, tuvo días aciagos que compartió con usted, ¿podría contarnos detalles de lo que no le gustaba?

R/ Pocas veces lo ví enojado,  principalmente lo disgustaban asuntos de su parroquia y con quienes compartía en la casa cural. Entiendo que no le gustaba sentirse presionado y menos buscado. Además siempre andaba acompañado de  algunos de sus colaboradores más cercanos y cuando lo asediaban buscándolo, se lograba descomponer.

De oídas sé de historias en las que incluso tuvo alguna pelea de barrio y enfrentamiento con la policía, que le costaron algunos dolores de cabeza.

  1. Tengo entendido, ¿que se ganó una lotería y con esos recursos inició la construcción de la actual escuela José María Carbonell? ¿Tiene usted detalles, porqué la llamo con ese nombre, conocía el Padre DANIEL, las virtudes del patriota?

R/ Conozco poco más que eso. Creo que Gloria tiene más información al respecto.

  1. Los sacerdotes tienen pasajes predilectos de la Biblia, recuerdo que su hermano de congregación el Padre Jorge Ringoet, citaba con regularidad en sus homilías el del HIJO PRODIGO, conocía usted si el Padre DANIEL, ¿tenía algún pasaje que destacaba en las suyas?

R/ No recuerdo algún pasaje en especial. Lo que si dejaba claro siempre es que no se podía predicar lo que no se vivía. Era muy frentero en sus homilías y hacía alusión a la hipocresía y al fariseísmo,  como un verdadero pecado.

  1. ¿Conoció usted algunos de sus hermanos de congregación, hablaba de ellos, hablaba del colegio Emmanuel d’ Alzon, del padre Jerónimo, del Padre Silvio? del Padre Juan? ¿A quiénes citaba en sus tertulias?

R/ Conocí algunos de sus hermanos de congregación, entre ellos al padre Jerónimo, al padre Cirilo, al padre Silvio y al padre José. Vivía con el padre Jerónimo y aunque se querían, Jerónimo lo acosaba demasiado, porque comía, porque bailaba, porque salía, porque……. y esta situación lo ofuscaba. Tenía relaciones con la Iglesia de San Nicolás y especialmente con el padre Cirilo, con quien participaba de reuniones del CSPP y otras obras propias de la congregación. La relación parecía cordial, pero no era muy cercana. Con el padre José de cuando en vez lo visitaba en su obra del hormiguero, en la que trabajaba con niños y jóvenes de la comunidad en pequeñas huertas. Del colegio Emanuel d’ Alzon, le escuché hablar pocas veces, pero mencionaba que su llegada a Colombia había sido en el colegio y que aunque le gustaba, su misión era otra y por eso, había pasado por Medellín, por la Chamba Tolima y había terminado en Cali.

  1. ¿Qué era lo que más le gustaba al Padre DANIEL, paseaba mucho? Bailaba ¿qué le gustaba comer? ¿Cómo era en las fiestas o inauguraciones, hay discursos de él?

R/ Daniel era un hombre oral, conversador. No conozco escritos de él. Era ya dije, un hombre de acción con una enorme empatía en sus relaciones con la comunidad y con diversos actores. Era lo que en nuestro medio se afirma como “una persona encantadora”. Excelente bailarín. Gastrónomo de excelencia y comensal gourmet. Era notable su cultura y su posición política en conexión con la corriente de la Teología de la Liberación.

  1. ¿Tiene usted anécdotas del jeep rojo Nissan, salía mucho en su diario vivir?

R/ Todo el tiempo usaba el carro y además, siempre acompañado por 2, 3 o 4 de sus colaboradores más cercanos, quienes no hacían más que cuidarlo, acompañarlo, hacer algunos mandados, disfrutar de sus invitaciones y pasar rico con el padre. El quería mucho a su gente y su gente lo cuidaba como un tesoro. Iba manejando el Jeep Nissan rojo cuando lo balearon, en compañía de 2 de sus colaboradores. El quedó sobre la cabrilla de la dirección y con su pié en el acelerador, razón por la que el carro avanzó algo más de 100 metros desde el punto del disparo, hasta estrellarse en el antejardín de una casa en la misma cuadra de los hechos. El jeep recibió 95 tiros de fusil a media altura,-en un supuesto retén- es decir, a altura de matar, no a altura de detener un vehículo. El mismo vehículo que le sirvió para tantas actividades de su febril vida, fue testigo de sus últimas actuaciones conscientes.

  1. ¿Cuál era su lectura preferida? Si tuviera que suponer, qué libros de carácter no eclesiástico tenía el Padre DANIEL en su mesa de noche, ¿se atrevería a citar algunos títulos?

R/ Creo que Daniel leía a Dostoevsky, a Tolstoi, a Milan Kundera, a Hermann Hesse. Algunos de estos títulos los ví en su biblioteca. También encontré “El Pájaro Espino” novela que habla de un sacerdote enamorado. Tengo la impresión que dudó muchas veces de continuar su ministerio sacerdotal. Insisto, aborrecía la hipocresía y el fariseísmo que circundaba el entorno de la iglesia.

  1. ¿Qué música le gustaba escuchar al Padre DANIEL?, ¿cómo era con la salsa, el manjar blanco, y el pan de bono y el cholado?

R/ Daniel era bailarín y bailaba mejor salsa que los nacidos en Cali. Disfrutaba la comida gourmet, pero también el mecato caleño: pandebono, manjarblanco, cholado, cocada. Además, no hay duda que era de muy buen apetito.

  1. ¿Qué le pediría usted a los egresados dalzonianos, qué les diría, si tuviera la oportunidad de conversarles? ¿Conoce usted la labor del grupo AMIGOS DEL PADRE JORGE?

R/ No conozco a los amigos del padre Jorge.

A los egresados dalzonianos les digo que Daniel siempre afirmaba:

” En Colombia no hay clase media. Solo hay pobres y ricos”.

Así sintetizaba lo que consideraba era una injusticia institucionalizada. Por tanto, ya que han tenido la oportunidad de formarse en un colegio de clase alta, comprométanse con el país a devolver la cadena de favores que gobierna la vida. Solo así lograremos el buen vivir. No solo con plata y con prestigio se vive. Se vive, si se tiene comunidad.

“Ustedes los colombianos juegan a hacer la guerra porque no saben qué es la guerra, nosotros los europeos hemos vivido dos guerras y no hay hogar europeo que no haya sido damnificado de las atrocidades de la guerra”.

Así explicaba su posición frente a la absurda guerra interna colombiana, nunca reconocida por el Estado, pero siempre sentida por las comunidades campesinas y pobres urbanas. Conoció mucha gente vinculada a grupos que se enfrentaban al Estado, bien con armas o bien con la política y a todos les recitaba el mismo discurso.

“Aspiro a que todo joven y adulto que ingrese a capacitarse a CECAN, salga con su caja de herramientas”.

Cuando aún no se hablaba en América Latina de las microempresas y del emprendimiento, Daniel intuía que si no se garantizaba a las personas de las barriadas pobres, que aprendieran un oficio con el que pudieran generar ingresos, no solo estas personas, no tendrían una mínima posibilidad de salida ante la miseria y el hambre, sino que la sociedad estaba cultivando su propia descomposición.

 

GABRIEL ERNESTO GONZALEZ GIRON

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